Opinión
06-05-2023 09:46 - La coronación del rey británico
Los tres frentes de tormenta de Carlos III
Por segunda vez en 70 años, los súbditos del Reino Unido vieron coronar a un nuevo monarca, Carlos III. En pleno descrédito de la realiza británica, el hijo de Isabel II llega al trono en pleno enfrentamiento con Harry -su hijo menor-, las acusaciones contra su hermano Andrés -abuso de menores- y el poco carisma de Camilla, la flamante reina.

Carlos III fue consagrado como rey de Inglaterra. La última coronación fue la de su madre, Isabel II, en 1953, dando inicio al reinado más largo de la historia británica. Ella tenía 25 años cuando le pusieron sobre la cabeza la corona de San Eduardo, que solo se usa en este tipo de ocasiones, que tienen un carácter sagrado (el monarca es ungido con ungüentos místicos, hay una piedra “divina” de origen medieval, etcétera).
Carlos III está en una situación muy diferente; tiene 74 años y, aunque literalmente se preparó toda su vida para este momento, su coronación llegó con varios frentes candentes abiertos, que envuelven a la ceremonia en cierto halo de intrigas y dramas familiares, que bien podrían haber salido de una telenovela.

En primer lugar, está el capítulo de Harry y Meghan -hijo menor y nuera del nuevo Rey-, que hizo temblar los cimientos del Palacio de Buckingham y que mostró a sus miembros como personas problemáticas, violentas y hasta racistas. Cualidades peligrosas para esta familia, que busca mostrarse como la quintaesencia de la perfección humana. Desde que H & M, como son llamados en la prensa, se eyectaron de Londres en 2020 para instalarse en su mansión en Calabasas, Los Ángeles, “en busca de intimidad”, (ellos lo señalaron repetidas veces), aprovechan cada oportunidad para tirar bombazos contra los Windsor. Y lo hicieron a lo grande, tamaño Hollywood.
Aunque ambos siguen manteniendo sus títulos de duque y duquesa de Sussex, y sus hijos son príncipes, renunciaron a sus responsabilidades como miembros de la realeza alegando que no querían que sus descendientes tengan que vivir acosados por los medios. Y porque la vida de palacio les resultaba demasiado opresiva. ¿Qué tiene que ver esto con Carlos IIII?

En 2021, los Sussex hicieron una entrevista incendiaria con Oprah Winfrey, donde revelaron episodios racistas dentro del palacio y maltratos de todo tipo hacia Meghan -estadounidense, actriz, divorciada y afrodescendiente, ¡qué horror!-, que hicieron que su salud mental entrara en declive (incluso pensó en suicidarse), sin recibir ninguna ayuda ni protección de los Windsor. Sobre todo, cuando ella era asediada por los tabloides y construida mediáticamente como una persona abominable, poco capacitada para su rol de royal, remarcando su carácter de “outsider”. Esto generó un cimbronazo en Buckingham, marcando una separación irreconciliable entre el bando de William y Kate -el mayor de los hijos de Carlos y su "correctisima" esposa- y Harry y Meghan.
Pero luego llegarían dos bombazos más. En primer lugar, la docu-serie que filmaron con Netflix, donde exponen con lujo de detalles la supuesta hipocresía y el maltrato que sufrieron en manos los Windsor. Un tema absolutamente delicado, en vistas de que la monarquía no pasa por su mejor momento, sobre todo tras la muerte de Isabel II, que parecía la única capaz de hacer cuajar todas las tensiones internas.
Y como si eso fuera poco, tras la muerte de la monarca llegó “Spare” (“En las sombras”), el libro de memorias del príncipe Harry donde no deja títere con cabeza. En este texto, revela la verdadera naturaleza cruel de Carlos III como padre, esposo y suegro. Además de narrar un episodio en el que William lo golpeó fuertemente por una discusión que tuvieron acerca de Meghan. O como Kate lo convenció de que, en 2005, se disfrace de oficial nazi para una fiesta.
¿Cómo se cierra este capítulo? A los Sussex le sacaron su residencia inglesa oficial en Frogmore Cottage, donde ahora vivirá el príncipe Andres, hermano del monarca. Meghan dijo que no irá a la coronación de Carlos que, casualmente, se celebrará el mismo día del cumpleaños de Archie, su hijo mayor. Punto final (por ahora).

Luego de ese frente candente está el tema de la reina Camilla que, por pedido de Isabel II, dejó de ser reina consorte sino reina a secas, elevando su estatus real. Aunque Isabel le haya dado sus bendiciones a Camilla, a quien estimaba realmente, eso no borra su pasado como “la amante de Carlos III”. Y es que, desde siempre, el futuro rey estaba profundamente enamorado de ella, con quien se hubiese casado, de no ser porque ella ya estaba comprometida con otro. Sin embargo, ambos mantuvieron su romance de forma poco discreta, al menos para Lady Di -princesa de Gales con quien se casó Carlos en 1981-, que tenía clarísimo lo que estaba pasado e, incluso, lo denunció públicamente en la entrevista donde declaró que en su matrimonio “habían tres personas”.
En el imaginario popular, Camilla ocupó el rol de la amante y la madrastra maldita, la responsable de la infelicidad de Lady Di: una mujer excepcionalmente cándida, hermosa, dulce, popular, adorable y con la cualidad de sentir una empatía absoluta por toda persona sufriente que encontraba en su camino. Una característica muy poco habitual en los Windsor y que se contrastaba completamente con la petulancia, la frialdad y la falta de carisma de Carlos.
Si el lector entra al sitio de Instagram de la familia real, verá que en las fotos donde aparece Camilla hay una catarata de comentarios que dicen: “¡No es mi reina!”, “¡La verdadera reina era Lady Di!” o “Lo mejor que hizo Carlos fue haberse casado con la princesa Diana”.

Prosigamos con los incendios en Windsor. Está el asunto de su hermano, el príncipe Andrés, que estuvo envuelto recientemente en un escándalo judicial, acusado de haber abusado de una menor en el marco de la red de trata de personas que gestionaba su amigo Jeffrey Epstein. "Con la aprobación y acuerdo de la reina, los títulos militares y patrocinios reales del duque de York fueron devueltos a la reina. El duque de York seguirá sin emprender tareas públicas y está defendiendo el caso como ciudadano privado", dijo un comunicado oficial proveniente del palacio acerca de esta situación.
Andrés, aquel que participó de la Guerra de Malvinas y que hasta hace poco vivía en la residencia de Royal Lodge, una mansión histórica y una de las más lujosas de la familia real, fue forzado por Carlos III a trasladarse a Frogmore Cottage, donde antes vivían Harry y Meghan. Una decisión que, para muchos, fue leída como un descenso de categoría. Aunque la familia real trató de ocultar a Andrés lo más posible (no asistió al jubileo de Isabel II con la excusa de que tenía “covid”), la muerte de la monarca hizo que, invariablemente, vuelva a aparecer en escena. Sin dudas, hay incertidumbre acerca de cuál será su papel en la coronación.

Esos son los tres frentes más candentes externos a Carlos III. Además de que la serie “The Crown”, que está exponiendo el lado oscuro de los Windsor, mostrándolos con sus luces y sombras. Y sus sombras son, frecuentemente, rasgos de caprichos infantiles, crueldad, despotismo, clasismo, egoísmo e hipocresía.
Aunque, también, está el problema de él mismo como royal. La aceptación de la monarquía está en declive, sobre todo entre los jóvenes. Está claro que Isabel II contaba con el cariño de millones de personas. Durante su reinado de setenta años se construyó como un reaseguro de estabilidad en medio de todo tipo de reveses sociales y económicos. Fue la primera monarca en tomar acciones proactivas para acercarse al pueblo, manteniéndose neutral frente a cualquier conflicto político.

Su muerte -en septiembre pasado- aumentó el interés por la familia real, pero reabrió grietas acerca de su carácter colonial y su pasado esclavista. También agitó ansias independentistas entre países de la Commonwealth, como Antigua y Barbuda, e incluso dentro de Reino Unido.
Carlos, por otro lado, aunque aprendió de la mejor a la hora de reinar, nunca contó con el carisma de Isabel II ni el de Lady Di. A su vez, en varias ocasiones, se pronunció políticamente sobre distintos temas polémicos, una jugada bastante delicada para la neutralidad que se espera de un royal.

Aunque la coronación es un hecho histórico y emocionante para millones de personas, el ánimo general es que él abdique a favor de los príncipes de Gales -William y Kate-, que tienen muchísima más aceptación, sobre todo entre los jóvenes. Un sector demográfico que, de entrada, considera que la monarquía es una institución cada vez más irrelevante e injusta. Sobre todo, en un contexto de crisis social y económica, donde miles y miles de ingleses ni siquiera cuentan con recursos para calentar sus casas, debido a la crisis energética producto de la guerra entre Rusia y Ucrania.
¿Podrá Carlos III, el monarca de mayor edad en ser coronado, sortear estos fuegos cruzados y protagonizar un reinado que revitalice a la realeza? Es una pregunta que, lógicamente, hoy es imposible de resolver, aunque tenemos una certeza: el punto de partida está complicado.
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