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15-03-2023 19:13 - Una que sepamos todas
La risa como desobediencia: el humor en canciones hechas por mujeres
De Sophie Tucker a Alanis Morisette, de Nacha Guevara a Viuda e Hijar -y sin olvidar a Liliana Felipe-, las mujeres han demostrado que el humor no es sólo cosa de hombres.

La risa como desobediencia: el humor en canciones hechas por mujeres
Reír y hacer reír ha sido durante mucho tiempo una atribución exclusivamente masculina en lo que concierne a la esfera pública.
Un recorrido por la historia de la risa de las mujeres, llevado a cabo por la historiadora francesa Sabine Melchior-Bonnet, en su libro “Le rire des femmes” muestra que las reglas de la moral y de la cortesía regularon, a través de los siglos, la carcajada femenina, al considerarla inapropiada, peligrosa, desvergonzada, o que deformaba el rostro y atentaba contra la belleza, e incluso, que era síntoma de locura. Las mujeres debían limitarse a una sonrisa prudencial, reservada y modesta.
El cuerpo de la mujer siempre se pretendió silencioso: desde los comienzos de la cultura occidental, en la Antigua Grecia, Aristóteles dictaminó que el silencio honraba a la mujer, hasta Rousseau que en el siglo XVIII sostenía que, aún en la intimidad, la casada debía mantener el recato; de modo que las mujeres tuvieron que desobedecer gradualmente el silenciamiento del cuerpo, y conquistar el poder de hacer reír.
“Qué placer ver cómo, desde el último cuarto del siglo XX, las profesionales de la risa -en cine, tevé, teatro- han irrumpido en este bastión masculino, cargando las tintas contra la omnipotencia patriarcal que, durante siglos, les negó la educación, la palabra en público, la escritura, inclusive el derecho a descostillarse de risa a gusto”, festeja la autora de esta investigación, Sabine Melchior-Bonnet.
En el ámbito de la música, utilizar el humor como discurso político se convirtió también en cosa de mujeres. Reír nos abre los ojos, decía Virginia Woolf.
La última de las Red Hot Mamas

Sophie Tucker (1887-1966) fue una de las más extraordinarias artistas en la historia de los Estados Unidos.
Cantante y comediante de origen ruso -nació en Tulchin, Ucrania, con el nombre de Sonya Kalish-, radicada en el país del norte, lugar en el que se consagró como estrella del vaudeville y music hall durante la primera mitad del siglo XX y donde cobró notoriedad por su personalidad, sagacidad y por las letras de sus canciones llenas de comicidad y picardía.
El deseo sexual era abordado habitualmente en la temática de su repertorio, para dejar en claro que las mujeres también eran sujetos deseantes, algo que no era habitual para aquella época; a tal punto, que a Sophie Tucker le valió el apodo de “La última de las Red Hot Mamas”.
En sus 50 años de trayectoria, Sophie pasó por el vodeville, los clubes nocturnos, Broadway y los discos. Hizo radio, películas y televisión. Y dejó muchas canciones que con humor y franqueza interpelaron a la sociedad para desmantelar estereotipos y mandatos.
Las histéricas somos lo máximo

“Cabaretera, clerofóbica, antitaurina, menopáusica, antiespecista, vegana y MORENA", se define en su twitter Liliana Felipe, la compositora, pianista y cantante argentina radicada en México desde 1978 luego de que tuvo que exiliarse cuando la dictadura cívico militar hizo desaparecer a su hermana y su cuñado.
Sus canciones encarnan la lucha antiespecista, antipatriarcal y anticapitalista, como una reinterpretación de la canción de protesta que floreció en los años 60 y 70, con el humor e ironía en tanto discurso político: “Es una continuidad, es un seguir haciendo lo mismo de otra manera, es usar el humor como un instrumento de revelación y de revolución”, señala la artista en entrevista con Alexander García.
Con el odio acabaremos
El debut de Nacha Guevara con sus canciones de protesta, había tenido lugar en aquel 1968, en el emblemático Instituto Di Tella, el espacio que albergaba a las vanguardias del teatro, la música y la pintura, en la calle Florida 936.

Y qué mejor recurso que el del humor para decir algunas verdades, algo que Nacha siempre manejó con maestría a lo largo de toda su carrera. "Nacha de Noche” es un buen ejemplo de ello, con un repertorio donde abundaban la sátira y la ironía, con varias canciones de Boris Vian como "No se casen", “Soy snob" y "Un buen par de patadas".
Y tantas otras que vendrán después como “La canción del odio”, donde Nacha invita a frenar el odio juntos, de la mano, apelando para ello a la violencia más extrema.
La alegría como desobediencia
Las canciones de las Viudas, abordadas con un enorme manejo del humor y la ironía, y con la inclusión de temáticas de género, (toda una novedad para el rock argentino de los años 80) interpelaban el discurso dominante de la cultura rock, y su solemnidad.

Tal por ejemplo, el caso de “Lollipop”, un cover de la canción que habían popularizado, en 1958, las The Chordettes, y que en nuestro país, al año siguiente, había sido grabada por el grupo argentino Los Hi-fi´s. Traducida al español, las voces femeninas de este grupo de fines de los 50, cantaban: “Quiéreme un poquito mas/ No ves que sufre ya mi corazón /Y tus caprichos quiero perdonar/ Y quererte más y más”.
En la versión de las Viudas, ellas cuentan otra cosa, claro: “Oh! Lollipop/Mi bien mi tesoro/Te ruego, te imploro/ Que te bajes el pantalón”.
Fueron parte de lo que se llamó “la música divertida”, una de las tantas expresiones que formaron parte de la trama cultural, política y social abierta por los procesos de recomposición democrática durante la post-dictadura de los años 80, pero con una etiqueta que quizás parece decir menos de lo que realmente significa.
El despliegue de “la estrategia de la alegría” , fue una respuesta ante la depresión, el desánimo y el miedo, que había generado la represión dictatorial. Un empoderamiento frente al dolor. Una reacción vital. Las Viudas eran una expresión de la alegría, visual y musical.
Divorcio, deseo sexual femenino, críticas a los mandatos de género, transexualidad, coyuntura política… De esto hablaban las Viudas en aquellos tempranos años 80, con el humor como discurso político.
Irónico
La canción “Ironic” pertenece al álbum de Alanis Morisette “Jagged Little Pill” (1994), un disco que llegó a vender más de treinta millones de copias en todo el mundo, y por el que obtuvo 4 premios Grammy, incluyendo el de disco del año.
Sin embargo, el éxito no le evitó a Alanis una ola de críticas por esta canción, que fue uno de los singles más vendedores de ese entonces pero que, también, fue elegida como la peor canción de la década del noventa y rebautizada por los estadounidenses como “Idiotic”.

En su monólogo explicaba que las situaciones que se describían en la canción obedecían más bien a la mala suerte o la falta de previsión: una mujer que conoce al hombre de su vida y, acto seguido, conoce a su esposa; alguien que sale tarde a trabajar y lo frena un embotellamiento; un hombre que gana la lotería y muere al día siguiente; alguien a quien le sirven torta en la oficina… en su primer día a dieta. En suma, Ed Byrne planteaba que la única ironía de la canción era que en ella no había ironía alguna.
El gag del cómico irlandés alcanzó una enorme popularidad y lo presentó en muchos lugares, incluso, durante un concierto a beneficio justo después de la participación de la cantante.
De aquel largo debate nacional de fines de los 90 sobre si esas escenas encajaban o no en el concepto de ironía, Alanis diría años más tarde: “Para mí, el gran debate sobre si lo que decía en 'Ironic' era irónico no fue un debate traumático. Siempre abracé el hecho de que de vez en cuando sería la reina del malapropismo. Y cuando Glen (Glen Ballard, el coautor) y yo lo escribimos, definitivamente no nos empecinamos en que todo fuera técnicamente irónico”.
En el año 2015, Alanis volvió a recoger el guante cuando se presentó en el programa del productor y presentador de televisión británico James Corden, "The Late Late Show", para hacer una versión actualizada de “Ironic”, con muchísimo humor y una letra renovada con escenas que incluyen todos los aditamentos del nuevo milenio: Snapchat, Facebook, waze, líneas aéreas low cost y un remate final que da por cerrado el debate a pura risa, cuando se oye en el último verso la frase: “es como cantar una canción llamada ‘irónico’ en la que no hay ninguna ironía”.