Opinión

02-03-2023 17:07 - Carlos Ponce de León

El apóstol que enfrentó al Terrorismo de Estado

Pateó la puerta del despacho de un coronel genocida, se instaló de prepo en un cuartel militar en plena dictadura y se metió en el allanamiento ilegal en una parroquia. Carlos Horacio Ponce de León interpela a los obispos y revela que Argentina es el único país de la región con dos obispos mártires.

Por Lucas Schaerer
Por Lucas Schaerer
02-03-2023 | 17:07
Telam SE
El Terrorismo de Estado de la década del '70, en Sudamerica, se planificó desde los servicios de inteligencias militares de Estados Unidos y Francia. Esto quedó comprobado en los documentos reservados del "Plan Cóndor". Estaban en peligro los intereses estratégicos de las potencias imperialistas, por lo que utilizaron a las fuerzas armadas contra los gobiernos populares de la región. En ese plan de operaciones detectaron que la iglesia católica aliada al pueblo era el mayor peligro de resistencia. Los asustaba pero calcularon que más temerían ante el genocido los dirigentes de la organización más antigua y numerosa de occidente. Argentina fue un caso ejemplar y único en el Plan Cóndor (que incluía a Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, con colaboración de Brasil y Perú) porque tiene dos apóstoles de Jesús mártires. Ambos fueron asesinados con un método particular: simularon un accidente automovilístico.


Enrique Angelelli fue el primero al que mataron en la ruta. Casi un año después, fue el turno de otro de los apóstoles de Jesús: Carlos Horacio Ponce de León. Ambos eran obispos del Concilio Vaticano II, el acontecimiento histórico eclesial más importante en los últimos sesenta años, que duró cuatro años de sesiones, con la participación de 2450 obispos de todo el mundo.


No obstante, los obispos argentinos no fueron los únicos. Corre la versión de otro asesinato, en este caso del jerarca de la iglesia monseñor Manuel Larraín Errázuriz. Nacido en una familia de élite chilena, se transformó en un pastor con olor a oveja junto al jesuita San Alberto Hurtado, que impulsó la reforma agraria y luego se destacó a nivel internacional en el Concilio Vaticano II. En aquél cónclave fue uno de los 40 obispos firmantes del llamado "Pacto de las Catacumbas", donde abrazaron una iglesia pobre para los pobres. La fuerza del Espíritu Santo de ese tiempo los llevó a construir una herramiento para América Latina, que era unir a los apóstoles de la región, que luego se conoció como el Consejo Episcolar Latinoamericano (CELAM).


Larraín, otro de los grandes olvidados, lo impulsó junto al arzobispo brasileño, Hélder Cámara, y el teólogo belga Joseph Comblin junto al Papa Pablo VI, el primer Pontífice en pisar el Nuevo Continente. Llamativamente, el monseñor chileno murió en otro accidente de auto en el contexto de la primavera eclesial. Vale recordar que fue el periodista Miguel Bonasso quien reveló que un grupo especializado de inteligencia se había formado en la tarea de simular asesinatos en la ruta.


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El Terrorismo de Estado asesinó apóstoles de Jesús y no fue sencillo. Ocurre que el sacerdote que el Papa eleva al cargo de obispo significa entregar el pasaporte al círculo íntimo de Jesús, sus amigos, los doce apóstoles, el cristianismo original.


El obispo de Roma es el Papa, el Sucesor de Cristo, y comparte con los otros obispos del mundo el llamado Colegio Episcopal. Ellos dirigen, con el Sumo Pontífice a la cabeza, los destinos de la organización que lleva 2023 años de vida y supera los 1300 millones de bautizados, con un Estado, el más pequeño del mundo, la llamada Santa Sede o Vaticano, sin ejército pero con la mayor presencia planetaria de embajadas. Entonces el cura consagrado obispo en su diócesis, lo que sería el territorio eclesial, tiene plenitud del sacerdocio, con potestad total, por la que gobierna una iglesia local o particular en comunión con el Pontífice. No es poco que el obispo en cada diócesis tenga autoridad máxima en materia de magisterio, santificación y gobierno pastoral.


Documentos y testimonios




La diócesis de San Nicolás era clave, ya que abarcaba a Ramallo, Zárate y Campana, donde se concentraba el corazón industrial del Estado nacional, con empresas como la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), que formó parte del Plan Siderúrgico Nacional del primer gobierno de Juan Domingo Perón. Fueron los empresarios de ACINDAR los que se instalaron a 20 kilómetros de allí, en Villa Constitución, al sur de la provincia de Santa Fé, y visualizaron que para revertir el modelo industrial peronista había que desmembrarlo. Entonces, sabían que perseguir, cooptar, infiltrar y exterminar la resistencia obrera y del pueblo era el plan. Lo sabían mucho antes del golpe militar al gobierno de Isabel Martínez. No es nada menor que la empresa de acero ACINDAR, que creció en desmedro de SOMISA, tuviera en ese momento como presidente a quien luego fuera ministro de economía del Terrorismo de Estado, José Alfredo Martínez de Hoz.


En el sentido que marcaba el plan de seguridad nacional, de carácter secreto y confidencial, fechado en febrero de 1976, en el plan de operaciones del Ejército, anexo 2 de Inteligencia (un documento revelado en democracia y citado en el expediente que investiga la muerte de Ponce de León), se caracterizó al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo como "oponentes" y consignaba: “es en la práctica la única organización de accionar trascendente en el ámbito de ciertos sectores de nuestra población, de definida prédica socializante, sirve a la postre a la lucha de clases que pregoniza el marxismo" y en relación a las organizaciones religiosas, dice: “1. Contribuir a crear a través de su prédica una opinión pública nacional internacional contraria al gobierno militar. 2. Brindar distintos tipos de apoyo material en forma clandestina a las organizaciones político-militares".


La investigación judicial en democracia, ratificada hace una semana por dos de los tres camaristas de Rosario, demostró que el obispo Ponce de León había enfrentado con cuerpo y alma a los genocidas, en pos de la libertad y la vida de católicos y no creyentes. El obispo hizo honor a su lema episcopal "no he venido a ser servido, sino a servir", tomado de Mateo 20:28: "así como el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos".

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En la instrucción judicial que duró más de una década surgieron declaraciones testimoniales y pruebas documentales que evidencian la parresía de Ponce de León.


Figura en el expediente judicial: "Unas treinta personas dieron detalles de las amenazas sufridas por Ponce de León producto de las gestiones realizadas en favor de personas detenidas o desaparecidas por la dictadura, y varios de ellos dan cuenta de que las amenazas venían directamente de la Jefatura del Área Militar 132".


Alfredo Sechi, delegado sindical por el gremio metalúrgico UOM en SOMISA, fue detenido en su casa de Ramallo y desaparecido a los 28 años. En un homenaje del año pasado a Ponce de León, en la ciudad de San Nicolás, reconoció a este cronista que está vivo gracias al obispo.“A Ponce lo conocí en la cárcel. Gracias a él puedo decir que estoy vivo porque logró que mi secuestro sea reconocido como detención, lo que llamábamos blanqueo”, aseguró a Télam y en sede judicial declaró que "Ponce de León se presentó al cuartel y le dijeron que tenía prohibida la entrada, es decir, el ingreso al cuartel y entró igual, la guardia no se animó a pararlo porque era difícil parar a un obispo, máxime por el respeto que los guardias tenían a la investidura de aquél".


Patear la puerta de la oficina de un coronel genocida como Manuel Fernando Saint Amant sólo lo hizo un apóstol de Jesús.


En su momento, el entonces secretario canciller del obispado, Roberto Mancuso, fue quien reveló que "Ponce de León llegó hasta la oficina de Saint Amant y, como no lo quería recibir, le pegó una patada a la puerta, entró y le exigió que trajera a los chicos del colegio Don Bosco que tenía desaparecidos, que él los quería ver con vida en San Nicolás. Entonces, Mancuso hizo una reflexión y le dijo algo así como que con eso se había ganado el pasaporte a la muerte”.


“No me acuerdo textual las palabras que usó Mancuso”, aseveró Secchi, pero quiso decir que se había ganado una pena de muerte, que el mismo Ponce de León le había dicho que ahora sentía temor por el episodio en la oficina de Saint Amant, sumado a otro enfrentamiento que habían tenido en la parroquia de Ramallo.


Allí el obispo se había hecho presente antes que llegara un allanamiento al templo. Saint Amant se sorprendió al ver al obispo sentado frente al escritorio de la casa parroquial. El cruce entre el genocida y el religioso consta en la causa judicial. "¿Qué hace usted aquí?", preguntó el coronel. A lo que el clérigo retrucó: "¿Qué hace usted? Yo soy el dueño de casa".  Para cerrar Saint Amant largó: "¡Qué servicio de informaciones tienen!", en referencia a la comunidad católica.


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Fue el sacerdote José Luis Aramburu, que a fines de 1976 se exilió a la ciudad de Roma por gestiones de Ponce de León, quien relató que a raíz de la detención de ocho curas previo a Semana Santa de 1976, el obispo se presentó en el batallón y le dijo al coronel Saint Amant que se iba a quedar ahí como detenido hasta tanto se liberaran los sacerdotes, a lo que militar le respondió que se diera por detenido, ya que sus pasos eran controlados y que tenía que informar de sus movimientos al cuartel y al jefe militar.


El primer fiscal federal de la causa, Juan Patricio Murray, narró que Ponce de León era víctima de operaciones de inteligencia desde el año 1970 y que dan cuenta de ello los archivos de la Dirección General de Inteligencia de la policía de la provincia de Buenos Aires. Lo espiaban donde se movía y qué decía el obispo según evidencian el intercambio de documentos de la Jefatura del Área Militar 132 con el Comandante del Primer Cuerpo del Ejército, el general Carlos Guillermo Suárez Mason, y con el director Nacional de Culto del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Coronel Pichiulo, ocurrida entre diciembre de 1976 y octubre de 1977. En un principio intentaron correr a Ponce de su diócesis, no pudieron converserlo y pasaron al plan asesinato. Querían utilizar el secuestro y posterior detención del sacerdote Luis Efrain López Molina para forzar la salida del obispado de San Nicolás.


Pelea entre hermanos




Las tensiones internas dieron espacio al complot. Se figura un Triángulo de las Bermudas en que quedó atrapado Ponce. Es que no todos los obispos habían resucitado con el Concilio Vaticano II. Seguían sin transformarse y cerrados al Espíritu, queriendo matar el sentir de la alegría del Evangelio en opción preferencial con los pobres. La dictadura militar fue el momento indicado para estos clérigos ideologizados. Entonces se aliaron con el mal.


Desde Bahía Blanca, enclave histórico del fundamentalismo católico, y la archidiócesis de Rosario, sufragante de la diócesis de San Nicolás, pretendían el control. En ese entonces gobernaba en Rosario, y por ende el superior inmediato del obispado de San Nicolás, el obispo Guillermo Bolatti quien se enfrentó abiertamente al Concilio Vaticano II, provocando un escándalo eclesial conocido como el "Movimiento Renunciantes", unos treinta curas que dejaron su jurisdicción y muchos de ellos fueron recibidos por Ponce, que además chocó públicamente con Bolatti quien se negó a pedir por la integridad de los huelguistas de Ramallo y Villa Constitución en los años '75 y '76, muchos de ellos luego detenidos y desaparecidos.


Otra prueba documental clave en la causa judicial, y que expone la red episcopal contra el obispo del pueblo, son las agendas del entonces provicario castrense, el rosarino monseñor Victorio Bonamín, donde lo califican como un “obispo peligroso” y también se exponen reuniones entre civiles y militares en la propia sede del Área Militar 132 para denunciar y conspirar contra el apóstol de Jesús en San Nicolás.


El primer informe posterior al golpe que firmó el jefe del área 132 y del Batallón de Ingenieros de Combate 101, teniente coronel Saint Amant, calificó a Ponce de León como “enemigo acérrimo de monseñor Bonamín”. Todo dicho. Los enemigos internos y externos se aliaron.


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Otra de las motivaciones que lo llevaron al martirio, aún no declarado oficialmente por la Iglesia a la espera de un fallo judicial, fue su estrecha relación con los palotinos. En una de las masacres más sangrientas del terrorismo de Estado, cinco de ellos, tres sacerdotes y dos seminaristas, fueron asesinados diabólicamente dentro de la iglesia San Patricio, en el barrio de Belgrano, en la madrugada del 4 de julio del ´76. Tanto el testimonio del cura José Caraman, como los documentos de los espías de la policía bonaerense y del ejército, dan cuenta del conocimiento que el obispo tenía de la llamada Masacre de los Palotinos y su defensa del otro apóstol de Jesús, Angelelli, por quienes recopila datos para informar a la cúpula del clero nacional y a través de ellos a la embajada del Vaticano, la llamada Nunciatura.


Varios testimonios reconocen que el asesinato de los Palotinos apuntó directamente al nucleo de Ponce de León. Entre los asesinados estaba el sacerdote Alfie Kelly, confesor y amigo del obispo; el seminarista Salvador Barbeito, que era amigo de uno de los sacerdotes de San Nicolás, José Aramburu, quienes habían cursado el seminario en Devoto. Otros palotinos daban clases en el seminario nicoleño en Capital Federal. Ponce de León creyó que dispersando a los seminaristas de su diócesis podría resguardarlos de las garras de los genocidas.


Desde 2016, el obispo de San Nicolás es Hugo Santiago. Nunca cargó en sus espaldas la causa de Memoria, Verdad y Justicia por su hermano episcopal asesinado. No se convence. Sí ha aceptado celebrar alguna misa en su homenaje o abrir la catedral el día del asesinato de Ponce, como ocurrió el año pasado, pero no se involucró personalmente desde lo pastoral ni judicial.


Hace una semana hubo un fallo judicial de la Cámara de Apelaciones de Rosario para que continúe el proceso judicial por Ponce de León, pero esto no provocó ninguna declaración por parte de la diócesis que representa la conducción formal de la comunidad católica local. Muy distinto fue lo que ocurrió en La Rioja cuando la causa por monseñor Enrique Angelelli contó con el empuje en la querella judicial del entonces obispo en La Rioja y abogado, Marcelo Colombo.


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Algunos obispos no pierden la esperanza que Hugo Santiago esté atravesando la Cuaresma, que transforma, y que ahora sí pueda escuchar y conmoverse con el clamor de su hermano, lo que hace recordar al pasaje del Génesis con los hijos de Adán y Eva. Es Caín por celos que asesina a su propio hermano. "Y Jehová (Dios) dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Reconociendo los errores del pasado el cuerpo místico de Dios, que es la iglesia, sana sus heridas, se convierte.


Ponce interpela hoy desde el pasado y sobre todo al obispo de San Nicolás y al resto de los apóstoles de Jesús de Argentina y del CELAM, que aún no han pronunciado una palabra pública por el avance judicial de la búsqueda de verdad. Se entiende la prudencia episcopal por las tensiones que genera internamente revisar la historia personal de los religiosos a la luz de la historia nacional. Muchos tienen parientes desaparecidos y otros militares. Las diferencias en la sociedad se plasman en el clero. No están exentos. Pero es inevitable recuperar la memoria hasta que duela, para sanar verdaderamente y seguir avanzando. Algunos no creen en este proceso. Los sectores más conservadores como aquellos más audaces, ambas tendencias, acusan que es un lavado de cara y que llega tarde.

No obstante, vale recordar la determinación de la plenaria de los obispos del 2012, cuando votaron la apertura de los documentos de la época de la última dictadura militar. Pero recién en diciembre de 2017, con el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, Oscar Ojea, se solicitó al decano de la facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA) un estudio de todos los documentos.


Unos treinta académicos trabajaron durante cinco años en el archivo que sale a la luz en la edición del libro: “La verdad los hará libres. La Iglesia católica en la espiral de violencia en Argentina 1966-1983”. Se encuentra en las librerías el primer tomo y en breve semanas se anunció el lanzamiento del segundo, donde se revelarán copias de los documentos desclasificados de la iglesia argentina y del Vaticano. No sólo tiene impacto histórico y periodístico, sino que el trabajo también significó una presentación judicial encabezada por el titular de los obispos, quien se presentó ante un juzgado federal con 3115 demandas que se hicieron por personas detenidas-desaparecidas, algunas de las cuales ni siquiera figuraban en la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, creada a fines de 1983 por el presidente Raúl Alfonsín).


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El Papa jugó un rol central. Jorge Bergoglio renacido en Francisco ordenó a la Secretaría de Estado, similar a los que conocemos aquí como Cancillería, a organizar y digitalizar los archivos de 1976 a 1983, referidos a la Argentina. Esa fuente informativa del clero argentino y de la Santa Sede permite un acceso a la justicia penal y a los organismos de derechos humanos. "Hasta junio de 2022 el clero argentino respondió 49 solicitudes de documentación que corresponden a 79 víctimas", figura en el prólogo del libro "La verdad los hará libres".


Para el libro se reconoce que se estudiaron particularmente los archivos de varias diócesis del país. Asimismo, consultaron archivos de congregaciones, llamadas de familias religiosas, contactos de hombres y mujeres, entre ellos de los jesuitas, salesianos, pasionistas, etc. A su vez recurrieron a los archivos de organismos de derechos humanos como APDH, MEDH y CELS, así como archivos del Estado nacional o provinciales. Un estudio profundo e integral inédito en nuestra patria. En la región existe una experiencia similar en Colombia. Allí la iglesia también abrió los archivos vinculados a la violencia interna.


El examen de conciencia para reconocer culpas y pedir perdón, en el prólogo del libro se reconoce en cuatro tópicos: pecados contra la unidad eclesial, indiferencia religiosa, pecados contra la dignidad y los derechos del hombre, faltas en la recepción del Concilio Vaticano II. "A más de 40 años, las heridas emocionales y culturales de ese trágico período permanecen abiertas en la sociedad argentina y son todavía motivo de desunión en nuestro pueblo", escribieron los obispos de la comisión ejecutiva.


Nuevos tiempos soplan en la iglesia. Se nota con el juicio oral por el laico riojano Wenceslao Pedernera, uno de los mártires riojanos, donde el clero se presentó en calidad de querellante. El año pasado con "Pancho" Soares, un cura asesinado en su casilla de Tigre en febrero de 1976, junto a su hermano discapacitado, donde la Iglesia también fue querellante. Pero aún falta dilucidar la Masacre de los Palotinos, que debe confirmarse si queda en manos del juez federal Daniel Rafecas, a cargo de la megacausa del Primer Cuerpo del Ejército.


Los olvidados




También queda pendiente la suerte de una larga lista de jóvenes scouts. En una muestra de los mártires del pueblo en la ex ESMA, Daniel Genna, reconoció la condición de desaparecidos de 75 de ellos: "Seguimos incorporando scouts porque no siempre se reconoce el origen del desaparecido. María Clara, de la Noche de los Lápices en La Plata, venía de Bahía Blanca de un grupo scouts, por ejemplo. Otro caso en Villa Bosch, parroquia San Francisco de Asís, 20 scouts y un cura desaparecidos. Hace poco nos pasó en Córdoba. Allá viajaron compañeros que se enteraron que había desaparecido un cura y cuatro scouts”. Otros me hablaron de los asuncionistas desaparecidos en el Santuario de Lourdes de Caseros. La lista continúa. El proceso no se detiene. La verdad clama salir a la luz.


Otros credos, como los evangélicos, tienen pendiente el proceso de revisión de la época reciente más oscura. Por ejemplo, Mauricio Amílcar López, secuestrado el 1 de enero de 1977, en la provincia de Mendoza, fue desaparecido por su participación en el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH). Alexis Kalczynski pegaba un listado de 228 desaparecidos o asesinados confesionales por el terrorismo de Estado. "Es provisorio porque aún siguen apareciendo personas que no estaban reconocidas por su activismo en la fe. Sólo el MEDH tiene 20 mil denuncias en dictadura y nosotros a diferencia de la iglesia católica, organizada en episcopal, o sea por el mando de los obispos, los evangélicos somos congregacionales, entonces es muy diverso y no está centralizado”, me contó en la muestra de los mártires.


El Papa Francisco definió el sentir de todo este artículo con la siguiente frase: "Ponce de León no negoció ni la verdad... ni la ternura del evangelio".

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