Sociedad
Un "nikkei" que peleó como voluntario en Malvinas pide "guardar respeto y gratitud" por los caídos
Alberto Matsumoto es hijo de japoneses pero nació y estudió en la Argentina. Fue como voluntario a la guerra y luego se fue a estudiar y trabajar en Japón. Desde allí testimonia su experiencia en las islas y recuerda a quienes lucharon junto a él.
Este "nikkei", como se definen los descendientes de japoneses nacidos fuera de ese país, dialogó con Télam sobre el nuevo aniversario de la guerra y recordó algunas experiencias como los peligros del frente de batalla, sus días como prisionero con un frío insoportable en las islas y la forma de abordar el tema ante los estudiantes de Japón, donde vive desde 1990.
La historia de los Matsumoto en la Argentina comenzó también con la de una beca: Tsuyoshi, el papá de Alberto, llegó a la Argentina en 1957, como pasante agrícola del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, y los primeros tres años trabaja en una quinta de verduras de un japonés de Vicente Casares. En 1961, llegó Kazuko, a quién él ya conocía. Se casaron y se mudaron a Escobar para dedicarse al cultivo de flores, en donde ya había cerca de un centenar de familias de ese origen dedicadas a la floricultura.
Su hijo, Alberto, creció en Escobar, y estudió en la Escuela N” 38. Allí escuchó hablar por primera vez de las islas. “Lo que yo sabía era lo que casi todos los argentinos conocen, de que los ingleses habían ocupado por la fuerza en 1833 y que en los años 70 el país había hecho grandes esfuerzos de acercamiento y comunicación con los isleños. Recuerdo que LADE (líneas aéreas del Estado), el correo argentino y maestras de nuestro país, habían ido a Malvinas”, recuerda.
Después del desembarco del 2 de abril para recuperar las islas, Matsumoto estaba atento a la cédula de llamado porque el año anterior había realizado el servicio militar obligatorio en el Regimiento VI de Infantería de Mercedes. Pero la convocatoria no llegó y el 12 de abril se presentó en la unidad donde había estado. “Había bastante movimiento y parecía que se estaban preparando para ir a alguna parte (casi nadie sabía adónde)”, relata.
Luego precisa que su ingreso al contingente que fue movilizado se dio de modo voluntario: “Justo en el cuartel había un muchacho cuya pareja había dado o estaba por dar a luz y por su situación económica necesitaba trabajar o estar cerca, asi que sin dudar tomé todo el equipo y el fusil y solicité al 2º jefe de regimiento para que autorizara el cambio”.
Esa misma noche el grupo fue trasladado al aeropuerto de Palomar, luego en Río Gallegos, y a la mañana siguiente ya estaban en Malvinas. “Nuestro regimiento fue ubicado en diversos puestos de la isla y la sección nuestra, de unos 30 soldados, estuvo junto a una compañía de Patricios, entre la ciudad y el aeropuerto. No estábamos en un lugar muy peligroso, pero los últimos días de intenso combate en las colinas del otro lado de la ciudad hicieron que nosotros también nos movilicemos para dar apoyo o reemplazar a los que se replegaban”.
Como si fuese una película pero con detalles de realismo absoluto, los recuerdos de Alberto se trasladan a los días posteriores a la rendición argentina: “El dia 14 de junio nos ordenan el alto el fuego, y el 15 fue la entrega de todo el armamento.Ese día fue muy triste, no solo por el resultado militar sino porque uno no había podido cumplir íntegramente con el deber que le habían encomendado. Luego, fueron casi cuatro días de estar prisionero, primero en las cercanías del aeropuerto en una carpa y una manta, con un frío casi insoportable, pues de noche ya la temperatura rondaba los 10 grados bajo cero, pero después nos ubicaron en uno de los depósitos de la ciudad”.
El 18 de junio los prisioneros argentinos embarcaron en el buque hospital Bahía Paraíso para regresar al continente. “Fue un alivio estar en un buque argentino, pero pude ver con angustia que algunos heridos que estaban en estado muy grave ya que la guerra fue muy dura en el frente de batalla”.
Entonces Alberto pudo reencontrarse con su familia y su colectividad, tradicionalmente pacifista y golpeada por la Segunda Guerra Mundial. “La comunidad japonesa de Escobar se preocupó mucho cuando supo que había viajado al territorio del conflicto y toda la colectividad se reunió en la Avenida 9 de Julio para apoyar la gesta de Malvinas. Por suerte regresé bien y sano, y en Escobar me hicieron una reunión de bienvenida donde invité a mi jefe de sección, el entonces Subteniente Germán Oliver y a su madre”.
A su regreso de las islas, Matsumoto decidió abandonar la carrera de Ciencias Económicas que había empezado antes de la guerra y cursó la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador. Al mismo tiempo ayudó desde una fundación a los ex-combatientes que tenían dificultades de integración social y laboral. “Siempre trabajé y estudié e incluso la Universidad me eximió del arancel por ser veterano de Malvinas, así que con más razón estudié fuerte para estar siempre entre los primeros y retribuir con mis calificaciones el gesto de la casa de estudios”.
En abril de 1990 gané la beca del Ministerio de Educación de Japón para realizar un posgrado. Se especializó en Derecho Económico y Laboral en la Universidad Nacional de Yokohama. Mientras estudiaba, conoció a Riko y en 1996 se casó con ella y se quedó a vivir en Japón. El año pasado celebraron sus bodas de plata. “En Argentina, hasta diciembre pasado tenía a mi padre pero lamentablemente falleció a sus 87 años. En Escobar vive mi hermano y su familia y tengo unos primos en otra localidad”, precisa sobre los lazos que lo unen con el país en el que nació y admite que extraña con locura las milanesas, los ravioles de ricota y la pizza con amigos.
Actualmente Matsumoto vive en la ciudad de Yokohama, a unos 22 kilómetros de Tokio. Hace traducciones jurídicas, es intérprete de noticias de la TVE de España en el canal público NHK y enseña Economía, Sociedad y Derecho de América Latina, en la Facultad de Derecho de la Universidad Dokkyo. En sus programas surge el tema de la Guerra de Malvinas: “Cuando abordo el tema de conflictos y derecho internacional, lo menciono pero no doy muchos detalles de mi experiencia personal. Pero, he tenido ocasión de dar clases especiales en algunas universidades invitados por profesores que me conocen desde hace mucho tiempo. Desde la Segunda Guerra Mundial los japoneses están muy alejados de la palabra “guerra” por lo que no es fácil difundir este tema y que un veterano de guerra converse o exponga su experiencia. A los jóvenes japoneses les asusta la presencia de una persona que ha estado en una guerra. Quedan muy pocos veteranos de la última guerra que tuvieron o son muy mayores”.
Desde octubre de 2020, Matsumoto integra la Comisión por el Diálogo de Malvinas en Japón, junto al embajador Juan Hunt, el Ministro César Campoy y cinco académicos, junto al cual realizan charlas sobre el conflicto de Malvinas. En este aniversario planean charlas y un seminario en algunas universidades japonesas. “También, estoy viendo con profesores amigos si puedo dar charlas amenas de Malvinas a los alumnos japoneses, y si fuere posible editar un e-book en japonés sobre este tema porque prácticamente no hay nada publicado”, apunta.
En marzo de 2012, Matsumoto volvió a las islas.”El cementerio de Darwin donde descansan también los 11 muchachos de nuestro Regimiento fue un lugar de congoja, pero por eso mismo los que hemos regresado con vida debemos guardar respeto y gratitud por los que ofrendaron sus vidas, y solo podemos anhelar un eterno descanso y que sigan como testigos en vigilia en nuestras tierras malvineras”, define y promete volver al territorio en el que peleó, ni bien se normalicen los vuelos y traslados entre países restringidos por la pandemia.
También mantiene contacto frecuente con sus compañeros de armas. “Con algunos de los más allegados los veo en Buenos Aires, Luján o Mercedes. En 2017 pude regresar para un acto del regimiento en Mercedes donde me reencontré con muchos de los muchachos, a los que, durante muchos años, no había visto. Fue un alegrón. Y en 2019, fuí nuevamente a Mercedes para compartir con algunos un rico asado”.Relacionadas
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