Sociedad
02-06-2021 15:00 - a 6 años del #NiUnaMenos
Transformar una vida de violencias en proyectos que acompañan a otras mujeres campesinas
María Carolina Rodríguez, referente nacional en temáticas de género de la Unión de Trabajadores de la Tierra, relata en diálogo con Télam su historia de reconstrucción, proceso en el que creó una casa refugio para mujeres en situación de violencia.

María Carolina Rodríguez, referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) La Plata, sufrió todas las violencias, pero hoy comparte que "se puede salir" y relata su historia de reconstrucción, proceso en el que creó una casa refugio para mujeres campesinas en situación de violencia.
Ella, una referente nacional en temáticas de género de la UTT, donde dicta talleres para mujeres, reconstruye su recorrido en esta entrevista con Télam.
"¿Quién te va a querer a vos?, si sos fea, gorda, si sos una perra que tenés un montón de hijos, tu única opción soy yo", le solía decir una de sus parejas a Carolina (41), quien además debió luchar con el prejuicio social de la zona rural, ya que "si una se separaba decían que era porque era una puta, que tenía otro macho y nadie te ayudaba", relató.

Su madre murió cuando ella era una bebé y su padre se fue con la promesa de volver, pero recién se volvieron a ver cuando ella ya era una adulta. Quedó a cargo de sus abuelos y en ese contexto, a los 14 años fue abusada sexualmente por un tío.
"Mi tío me levantaba a las 5 de la mañana para que lavara las sábanas y me decía que si en 5 minutos no estaban secas me cagaba a palos. Aún hoy, si alguien me dice '5 minutos´ me acuerdo de eso. Me pegaba, me dejaba los ojos verdes y me quebró la nariz con la hebilla del cinto. Mi abuela me veía ensangrentada y me decía '¿qué hiciste para que tu tío te pegara así?'", recordó ese dolor con voz calma.
La Carolina de 14 años le decía a la abuela "de noche alguien me toca", pero la mujer no le creía. "Deben ser tus sueños", le respondía.
Era el tío golpeador, quien finalmente la violó.
También se lo contó a su abuela, pero no le creyó, así que decidió huir de la casa.
"Por escapar de esos golpes y abusos, terminé a los 15 años teniendo un hijo de mi primer novio", contó y explicó que al quedar sola con su niño, decidió viajar a La Plata, donde conoció a un hombre mayor que ella, "con el que me junté y fui floricultora del cordón frutihortícola de La Plata".
El hombre cumplió con todo el circuito de los violentos machistas: alejó a Carolina de familiares y amigos, y llegó a manipularla y dominarla con sólo mirarla.
Y la Carolina de 17 años y ojos renegridos se encontró "pariendo un hijo todos los años".
El hombre cumplió con todo el circuito de los violentos machistas: alejó a Carolina de familiares y amigos, y llegó a manipularla y dominarla con sólo mirarla

Recordó que cuando fue a parir gemelos lo hizo "sola, el hombre ni se enteró. En el hospital no me querían atender, anduve por varias guardias, decían que todavía faltaba, hasta que una mujer policía que estaba en un hospital reclamó que me atendieran, que ya estaba por dar a luz.Tuve un nene y una nena".
El niño estuvo en terapia varios días con sus pulmones afectados y el padre de sus hijos tampoco se presentó en el hospital.
Mientras ella estaba internada con el bebe "el padre estaba jugando al fútbol y de noche si no quería sexo me decía que era porque tenía otro macho en el hospital".
"Nunca había podido decidir lo que quería para mi, siempre tenía que acceder a tener sexo para que el chabón no pensara mal; aguantar, porque no te sentís capaz de salir adelante", reflexionó esta mujer que un día dijo "basta" y decidió separarse.
A partir de entonces, Carolina debió además lidiar con la mirada acusatoria de sus vecinos y vecinas que le decían que se había separó porque era una "puta". Porque se había ido con un "macho".

"Me cerraron todas las puertas -rememoró Carolina-, incluso mi hermana no me quiso ayudar, me dijo 'mi marido no te quiere acá porque dice que sos una puta'".
Más tarde, ella conoció a otro hombre con el que tuvo una bebé pero pronto descubrió que era alcohólico y también violento.
"Yo lo iba a buscar donde estaba tomando con sus amigotes y me corría tirándome piedras: 'Andate puta'. Y un día la hija que tuve con él me dijo: 'No vayamos más a buscarlo; papá nos corre'. Ahí me di cuenta que ella con 6 años ya sabía que nos estaba violentando; y me separé", relató.
El hombre insistía en que regresara, contó Carolina, aunque le advertía que "si volvés conmigo te quedás en casa y no salís a ningún lado, yo hago los mandados y llevo a los chicos a la salita. Era tener libertad y vivir en la miseria; o vivir presa mientras la otra persona disfruta y vos vivís en un martirio".
Carolina eligió su libertad.

En el 2015, ella fue invitada a participar de una reunión de la UTT y un día le dijeron que había un cupo para hacer la capacitación en promotora de salud. No lo dudó. Y comenzó a vincularse con otras mujeres campesinas.
"Una vez me llamó una compañera y yo pensé que era para pedirme que le saque un turno en la salita pero era para contarme que su marido le pegaba. Me sentí identificada. Había sufrido todas las violencias, la de la sociedad también, que machaca las otras violencias", reflexionó la dirigente.
"Después dejé de ser promotora de salud y empecé a trabajar en género y ayudar a otras compañeras en situación de violencia, con capacitaciones y obras de teatro donde le explicábamos la violencia, los distintos tipos de violencia y hablábamos del preservativo, que era un tema tabú y empezamos a explicarle que el hombre se tiene que cuidar", compartió.
"Una vez me llamó una compañera para contarme que su marido le pegaba. Me sentí identificada. Había sufrido todas las violencias, la de la sociedad también, que machaca las otras violencias"
Carolina fue una de las organizadoras, desde la UTT, del primer refugio para campesinas en situación de violencia, que se inauguró en diciembre último, donde las mujeres no sólo encuentran un lugar donde alojarse con sus hijos, también son capacitadas en talleres de tintura madre, conservas y mermeladas, a fin de darles un medio de vida que las haga libres.
La mujer vive con sus 6 hijos en la zona hortícola de Colonia Urquiza (La Plata), donde cultiva verduras de hoja.
Es allí donde hoy puede decir: "Me valoro yo misma, siento que valgo, sufrí todas las violencia, me arruinaron la infancia y mi juventud no la disfruté, pero quiero decir que se puede salir. Yo salí y hoy día soy libre".
"La lucha ahora es por mis hijas para que tengan un futuro mejor que yo, y por mi nieto para que un día diga: ´mi abuela luchaba para cambiar esto, no lo tengo que hacer´", confesó, para cerrar su testimonio de vida transformada en proyectos colectivos.

Dormir bajo un árbol
María Carolina Rodríguez nunca olvidó aquella noche en que debió dormir con su pequeño hijo bajo un árbol, tras separarse de un hombre que la golpeaba y esa sensación de frío y miedo la impulsó, el año pasado, a organizar el primer refugio para mujeres campesinas en situación de violencia de género para que, contó a Télam, "ninguna compañera tenga que volver con su pareja violenta porque no tiene dónde ir".
"Agarrá tu hijo y andate; de acá no te llevás nada", le espetó un día el hombre con el que vivía Carolina cuando ella le dijo que se quería separar.
Carolina ya tenía un hijo cuando conoció a ese hombre que la golpeaba, la descalificaba y la sometía y con el que tuvo otros cuatro hijos.
Él la obligó a irse de la casa con su hijo mayor y se quedó con los otros cuatro.

"Sólo me dejó llevar mi DNI, la libreta del nene y una campera. Me fui a casa de mi hermana, le conté y al llegar a la noche me dijo que me tenía que ir, porque su marido no quería que me quedara 'porque sos una puta y yo no quiero tener problemas con él por tu culpa", revivió la dirigente en diálogo con Télam.
Fue así que con su hijo, sin tener un lugar a dónde ir, durmieron bajo un árbol. "Nunca me olvidé de eso".
El hombre la había denunciado por abandono de hogar.
"Andábamos a las corridas con mi hijo en la calle -rememoró Carolina-, buscando changas pero muchos no me daban trabajo porque eran amigos de él".
Y remarcó que "la mujer del campo, cuando se separa, siempre queda con una mano adelante y otra atrás. El compañero varón, con la tierra, la casa, la movilidad. La mujer siempre pierde todo".
"La mujer del campo, cuando se separa, siempre queda con una mano adelante y otra atrás. El compañero varón, con la tierra, la casa, la movilidad. La mujer siempre pierde todo"
La opción parece ser, conforme reflexionó, "quedarte con el hombre violento, con quien tenés alimento y casa pero ¿a cambio de qué, de vivir violencia y vivir encerrada?".
Sus ojos oscuros brillaron cuando reflexionó: "Es tan lindo decidir por una misma cuántos hijos tener, cuántas veces hacer el amor y no porque te obligan y no tenés a dónde ir".
"Si yo hubiera podido tener un refugio a dónde irme me hubiera gustado que sea como este refugio, el que levantamos entre todas las compañeras", dijo sonriendo.

Refugio para campesinas
Carolina se refirió así al primer refugio para campesinas que la UTT levantó en la localidad platense de Lisandro Olmos, con el trabajo de decenas de mujeres que no dudaron en arreglar paredes, colocar techos, sanitarios y pintar.
La casa tiene tres dormitorios, cocina, salón y baño, y la capacidad de alojar hasta 19 mujeres.
"Las compañeras tienen un lugar para vivir, reciben contención psicológica y se les enseña la elaboración de tinturas madres, plantas medicinales, conservas y dulces", precisó la dirigente.
La casa tiene tres dormitorios, cocina, salón y baño, y la capacidad de alojar hasta 19 mujeres
Contó que desde su inauguración, en diciembre último, ya fueron alojadas "tres compañeras en situación de violencia. La UTT facilita a las mujeres el acceso a la tierra. Una se fue a Pedro Luro, en Bahía Blanca, a trabajar en una quinta y allí los referentes de la UTT se encargarán de su acompañamiento".
Días atrás, desconocidos rompieron dos ventanas con rejas, ingresaron al refugio y robaron una heladera, una cocina, 15 sillas, una biblioteca, cinco garrafas, una pava eléctrica y vajilla.
La mujer pidió que quienes puedan ayudar con donaciones se comuniquen al teléfono +54 9 2215 01-6691.
"Este robo fue un golpe duro, muy difícil, pero ya vamos a salir de esta también y el refugio seguirá siendo el lugar donde las compañeras se recuperan, aprenden que valen y que se puede salir", remarcó Carolina con entusiasmo.

Todas las notas del especial #3J
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Créditos
Línea 144: atención, contención y asesoramiento en situaciones de violencia de género.
Por WhatsApp: +5491127716463