Cultura

05-08-2016 18:59 - Libros

Federico Barea: "Aquella era una época en la que se pedía más libertad y no más seguridad"

"Argentina Beat", un libro que recupera la experiencia literaria de los grupos Opium y Sunda a través de sus protagonistas, Mariani, Ruy Rodríguez, Néstor Sánchez, Sergio Mulet y Marcelo Fox -entre otros escritores conocidos como los beatniks argentinos-, es publicado en una edición a cargo de Federico Barea que explora los inicios de la literatura confesional de Buenos Aires en la década del 60.

Por Juan Rapacioli
Por Juan Rapacioli
05-08-2016 | 18:59

Publicado por Caja Negra, el volumen presenta manifiestos, intervenciones, declaraciones, poemas y relatos de los grupos que le dieron forma a lo que se puede entender como la versión argentina de la "generación beat": escritores disconformes con la sociedad que hicieron de la escritura en primera persona una manera de vivir contra las normas establecidas, los cánones y la tradición. Un escritura en el camino. 

"Todos y cada uno de los escritos tienen algo de biográfico, de relato íntimo construido con urgencia, con elementos mínimos, con desechos, epifanías de bolsillo", sostiene el escritor Rafael Cippolini en el prólogo del libro. Y explica que la épica de los textos está "fundida con la cotidianeidad hasta volverse indiscernible. Poesía como memorias, diarios íntimos y notas desesperadas". 

Telam SE
Barea, compilador del material, habló con Télam sobre la construcción del libro que explora los orígenes del movimiento contracultural que coincidió con el nacimiento del rock en la Argentina. "No eran periféricos porque eran segregados sino porque proponían una radicalidad en la vida y en la obra: para poder escribir poesía tenían que vivir como poetas. Era una época en la que se pedía más libertad y no más seguridad". 

- Télam: ¿Cuándo empezaste a rastrear los orígenes de la experiencia beat en la literatura argentina? ¿Cuánto tiempo te llevó armar este libro? 
- Barea: Empecé a rastrear los orígenes en el 2012, cuando me involucré con la obra de Néstor Sánchez. Entre todos sus libros encontré uno titulado "20 nuevos narradores argentinos" (Monte Ávila Editores, Caracas, 1971) donde Sánchez descarta "por motivos de edad y/o divulgación suficiente a Manuel Puig, Daniel Moyano, Tomás Eloy Martínez, Juan José Hernández, Rodolfo Walsh y Juan José Saer", y utiliza ese espacio para proponer a algunos de sus amigos. Entre ellos integrantes de Opium y de Sunda. Armar el libro me llevó unos cuatro años. 

- T: Si bien son parte de la misma movida, cada grupo tiene sus características: ¿Qué elementos los distinguen? 
- B: Desde mi perspectiva, Sunda es más metafísico que Opium. Opium es más de barrio en el sentido que son más descreídos, irreverentes, irresponsables, mientras que en Sunda hay, creo, un compromiso más fuerte con la existencia, una búsqueda de transformación de uno a través de la escritura. 

- T: "Rescatar este material hoy es un gesto político", se lee en el prólogo. ¿En qué consiste ese gesto? 
- B: Los integrantes de este libro están fuera del canon oficial y no fue casual que así sea. El gesto político consiste en traer al centro de la escena lo que estuvo en los márgenes. No eran periféricos porque eran segregados sino porque proponían una radicalidad en la vida y en la obra: para poder escribir poesía tenían que vivir como poetas. Era una época en que se pedía más libertad y no más seguridad. 

- T: En "La filosofía de la Generación Beat", Kerouac dice que lo beat es "una forma de afirmación constante". ¿Esa afirmación tiene que ver con una literatura que no pretende demostrar nada sino, únicamente, existir? 
- B: La filosofía beat es afirmativa porque va contra una imposición que es la sociedad represiva y reprimida. Es una resistencia. La filosofía beat intenta un discurso que trata de decir lo elidido. Lo beat, entiendo, tiene que ver con la búsqueda de la libertad y en ese sentido creo que se podría decir que "intenta demostrar" que la aventura es posible, que una vida apasionante es posible, que ampliar la conciencia, viajar, experimentar con drogas y explorar vías alternativas de percepción son una posibilidad de ser. En el caso particular de Kerouac creo que intentaba fugarse por muchas vías de la cultura estadounidense: el budismo, lo oriental, el viaje, la meditación, etcétera. 

- T: ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre la experiencia beat estadounidense y la que se vivió en la Argentina? 
- B: Fundamentalmente una deriva de la otra. La experiencia beat nacional podría compararse con la del rock nacional. En el caso nuestro, la beat es una experiencia que se reinventa genuinamente, a partir de la apropiación de ciertas formas y la inclusión del slang propio. Otras de las influencias clave acá son la cultura brasileña y la figura del italiano Cesare Pavese. Y, por otro lado, no hay que olvidar en el contexto norteamericano la guerra de Vietnam. La nuestra y la estadounidense son dos culturas, dos idiosincrasias muy diferentes. Las diferencias tienen que ver con las particularidades de cada lugar y de los procesos históricos de cada país. 

- T: ¿El uso y abuso de una primera persona llevada al extremo se puede entender como una marca de la época? 
- B: Por un lado podemos decir que sí. Aunque el uso de la primera persona se puede rastrear antes en otros muchos autores (Hemingway, Henry Miller, Artaud, Gombrowicz, los surrealistas, Céline y otros de siglos anteriores), creo que los beat buscaban con el uso del yo, justamente, trascenderlo. Ampliar las formas yoicas. En ese sentido aunque se utilice el 'yo' lo que hay es una pulsión que intenta liberarse del control social. Acá, el uso de la primera persona estaba muy vinculado además a la literatura de Pavese. 

- T: ¿Se puede establecer un paralelo entre la figura de Kerouac, que se alejó de la movida beat cuando esta se puso de moda, y la de Néstor Sánchez, celebrado autor que terminó como vagabundo en los Estados Unidos? 
- B: Hay conexiones entre los dos autores. Muchas. Lo místico, la prosa de la respiración, el viaje. El oído. El alcohol, el jazz. El ritualismo. El exceso y el ascetismo. Dice Sánchez, en sus conversaciones con Carlos Riccardo, que una vez alguien lo sorprendió al definir así su circunstancia: "Usted está cargado de muerte pero vuelve a ser siempre tentado por la jerarquía de la vida". Esa oscuridad y esa jerarquía también está en Kerouac.

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