Cultura
06-07-2016 15:19 - libro
Pedro Mairal: "Quería echar un poco de luz sobre esa zona oscura del tener hijos"
En su retorno a un género con el que ha tramado una relación discontinua después de su debut con "Una noche con Sabrina Love", Pedro Mairal plantea en "La uruguaya" una historia intimista que entrecruza la crisis personal de un escritor que viaja a la otra orilla del Río de la Plata para reencontrarse con una mujer a la que lleva meses moldeando en su imaginación, mientras su matrimonio palidece y el trabajo escasea.

La novela parte de un referente biográfico -las coincidencias entre el escritor y el personaje central son ineludibles- para luego desfigurarlo e internarse en una zona más difusa donde entra en juego la imaginación y se desdibujan las certezas, en una trama que incluye giros sorpresivos y digresiones varias en torno a la paternidad, el oficio de escritor y la naturaleza del amor.
En "La uruguaya" (Emecé), el autor de "El año del desierto" entrelaza la bitácora de un matrimonio en crisis con el paisaje de inconsistencia cambiaria de la Argentina reciente, una escena inestable que aumenta el agobio del protagonista.
"Hay que animarse a tirar las fotos al suelo", dice Lucas, el protagonista, en un tramo que se entronca con una reflexión sobre los nuevos paradigmas familiares, sobre lo maleable que se ha vuelto el concepto de familia. La novela trabaja también sobre el espesor de lo no dicho en la dinámica de una pareja, ese silencio y ese malestar que se instala de a poco y se vuelve un muro infranqueable.
Algo de esta exploración entre realidad y ficción parece estar presente también en esa calibración que debe realizar el personaje entre su evocación persistente de Magalí Guerra -la mujer que conoció en un viaje anterior y lo saca del letargo amoroso- y lo que percibe cuando finalmente se reencuentra con ella.
- Télam: No sos un escritor que tenga una relación habitual con la novela. Podría suponerse que si decidiste volver a incursionar en el género es porque hubo un disparador potente, o acaso más de uno ¿Cuál fue la génesis de "La uruguaya"?
- Mairal: Es cierto que no soy un novelista típico, de los de novelas largas o con muchos personajes o largas sagas familiares... Vengo más bien del cuento, de la intimidad de un personaje, una vida. Escribo novelas cuando encuentro una historia con fuerza suficiente para llevarme detrás. En el caso de "La uruguaya" tenía una voz, un hombre confesándole a su mujer una infidelidad, y una historia de viaje y movimiento que sucedía en una sola jornada. Ese viaje, ese impulso hacia la otra orilla fue lo que me dio ganas de escribir.
- T: ¿Este mecanismo por el cual partís de dos o tres núcleos biográficos para luego diluirlos en un entramado ficcional representa solamente un método de trabajo o fija posición sobre la manera en que ficción y realidad se articulan no sólo en el contexto de una novela sino también en cuanto al funcionamiento mismo de la memoria?
- M: Uso muchas cosas de mi vida personal al escribir, porque soy la persona que mejor conozco, pero también invento muchas otras para liberarme de la tiranía de lo estrictamente biográfico. Mis sueños, mis deseos, mis miedos también son parte de mi vida, y los uso mucho en mis historias. Lo que no me pasó pero me podría haber pasado, lo que me hubiera gustado que me pasara, lo que temía que me pasara... A veces las historias son como otras vidas posibles que uno podría haber tenido. Lo importante es crear una realidad verbal, un sueño creíble y lleno de intensidad para el lector, para que lo haga real en su cabeza.
- T: El protagonista va en busca de un amor que parece magnificado e idealizado por la distancia ¿La distancia distorsiona lo que está lejos pero al mismo tiempo permite descifrar con perspectiva aquello que la cercanía no permite dilucidar, como el resquebrajamiento del matrimonio del protagonista?
- M: El personaje de Lucas Pereyra se siente muy frustrado en su matrimonio y su vida cotidiana, y la construcción de esa mujer joven del otro lado del río lo mantiene esperanzado. Se consuela con eso, con esa luz que brilla en su recuerdo y que él puede encender cuando quiere. El cerebro es muy poderoso en su capacidad de evocación y casi diría invocación. La memoria invoca, llama hacia sí a lo deseado, genera ese fantasma hasta volverlo casi palpable. Cuando ese fantasma se topa con la persona real, suele haber discordancias, diferencias casi insalvables. Por eso él va en busca de ella. Lo hice viajar para que se tope la mujer imaginada con la mujer real.
- T: Como en "Una noche con Sabrina Love", el viaje termina siendo el disparador de una transformación. ¿Qué cosas pone en juego el desplazamiento geográfico, que aun en un lapso breve de tiempo permite ver con claridad una situación que parecía obturada por la cotidianidad?
- P.M: La idea del viaje me interesaba como entrada en otra dimensión, el pasaje a Uruguay como huida a un universo alternativo, parecido a Buenos Aires pero distinto, donde hay un leve desplazamiento en los detalles, en las marcas, en unas pocas palabras diferentes... Todo eso produce un extrañamiento que hace entrar a Lucas en la sensación de otra vida posible, un escape. Y a la vez hacerlo chocar con esa ingenuidad, la idea naif argentina de que Uruguay es como una provincia argentina donde todos son buenos y no hay corrupción ni violencia.
- T: ¿El confort es una trampa si tomamos el alivio de Lucas cuando habla de su nueva vida sin auto y con su hijo concurriendo a una escuela pública?
- P.M: Lucas se había metido en una vida que le quedaba grande. Gastos altísimos, expensas, colegios privados, medicina prepaga, auto, vacaciones. Quería enfrentarlo con el derrumbe de esa comodidad, para que viera qué hay detrás. El y su mujer se habían metido en un baile que los tenía extenuados. La novela es la historia de cómo se da cuenta de eso y se anima a salirse, o quizá no le queda otra que salirse. Y todo el libro es lo silenciado, no dicho, entre ellos dos. No estoy tan seguro si se lo dice o no, si se lo está realmente diciendo, o si se está imaginando que lo hace.
- T: El narrador discurre también en torno al componente "irracional" implícito en la paternidad y en ese miedo perpetuo que se instala cuando uno tiene un hijo ¿La literatura irrumpe como una catarsis o como un recurso que te permite poner en una perspectiva menos idealizada la paternidad?
- P.M: Se suele hablar siempre de lo maravilloso de la paternidad, y es cierto y no lo niego, tener un hijo es lo más importante que te puede pasar en la vida. Pero quería ir al otro lado, lo que no se suele contar, la dificultad de estar a cargo de los hijos. Lucas saca para fuera todo su hartazgo hasta decir cosas que, aunque suenan incómodas, también provocan mucha empatía, porque todo aquel que cuida a otro (no le pasa solo a los padres) se cansa y añora su libertad sin responsabilidades. Quería echar un poco de luz sobre esa zona oscura del tener hijos.
- T: Más allá del registro intimista que trabaja la novela, hay una alusión al contexto político reciente, específicamente a la inestabilidad cambiaria de los últimos años ¿Cuánto le aporta este transfondo a la novela?
- P.M: El marco del momento político del libro -con el cepo cambiario- funciona creo para ajustar todavía más la asfixia de Lucas. Uruguay aparece como la liberación, el lugar donde va a poder cobrar sus adelantos de libros en dólares, donde se va a encontrar con esa chica hermosa, donde va a tener plata en la mano finalmente. Y ahí llego yo para maltratarlo, porque para eso estamos los autores, para maltratar a los personajes.