Internacional
Los atentados de París relanzan la Islamofobia en Francia
En un año en que las agresiones xenófobas o racistas a los musulmanes se triplicaron en Francia, los más de cinco millones de musulmanes franceses temen un nuevo brote de islamofobia tras los atentados del viernes pasado en París.
"Inevitablemente la islamofobia se va a potenciar. Esto no es novedad, es una ola constante en un contexto de estigmatización permanente", reconoció hoy el secretario general del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Abdallah Zekri, en declaraciones a la radio pública France Inter.
Según un informe del Colectivo contra la Islamofobia en Francia (CCIF) del mes de octubre, los ataques contra musulmanes se multiplicaron por tres en los primeros meses de 2015 con respecto al mismo periodo del año anterior.
De 110 ataques registrados entre enero y septiembre de 2014, se pasó a 330 en esos meses de 2015.
Solo en el mes de enero, después del atentado contra el semanario Charlie Hebdo y un ataque a un supermercado judío ocurrido días más tarde hubo 178 agresiones e insultos islamófobos.
"La mejor manera de luchar contra la islamofobia y los intentos de amalgama es permanecer unidos y solidarios. Es nuestra mejor respuesta a los intentos de división", aseguró el CCIF.
No obstante, en diálogo con Télam, el rector de la mezquita de Evry-Courcourones, una de las más grande de Francia, Khalid Merroum, se mostró menos pesimista que el CFCM.
"Con estos atentados quisieron poner al resto de los franceses contra los musulmanes, pero Francia no cayó en la trampa.
Desde los políticos a los periodistas, todos han aprendido a diferenciar el terrorismo del islam. Soy optimista y sé que las cosas se calmarán rápidamente", consideró Merroum.
El fin de semana pasado, luego de los ataques del viernes, se produjeron numerosas agresiones contra musulmanes.
En el suburbio sudeste parisino de Créteil, una mezquita amaneció con siete cruces cristianas de color rojo pintadas en sus paredes junto a frases como: "Francia despiértate" o "Muerte a los musulmanes".
En la región de Bretaña, en el noroeste del país, un grupo de ultraderecha agredió a un joven con rasgos árabes durante una manifestación contra los refugiados, mientras que otros ataques a mezquitas o comercios de comida árabe tuvieron lugar en el sudeste y sudoeste de Francia.
El sábado pasado, en París, los empleados de seguridad de una tienda de la marca de ropa Zara prohibieron el ingreso de una mujer por portar un hijab, un pañuelo islámico que cubre la cabeza.
La escena fue filmada y difundida en las redes sociales y rápidamente generó numerosas críticas y obligó a la empresa a suspender a los empleados y presentar sus disculpas para frenar una incipiente campaña de boicot contra la marca española.
El colectivo Indigenes de la Republique (Nativos de la República) sostuvo mediante un comunicado que "la principal responsable de esto es la ultraderecha, pero también el resto de la clase política, que permite que estos ataques racistas se instalen en nuestra sociedad".
La mayoría de los musulmanes franceses que Télam quiso entrevistar prefirieron evitar el contacto con la prensa, aduciendo estar cansados de explicar que el islam no es sinónimo de violencia y hastiados de que la mayoría de los periodistas los equiparen con los extremistas.
Otros, sin embargo, sí accedieron a hablar, como Mounia, una estudiante de historia de 23 años, hija de un argelino llegado a Francia hace tres décadas, que hoy se acercó a depositar rosas blancas en la puerta del bar Le Carillon y frente al restaurante Le Petit Cambodge, donde el viernes murieron acribilladas 15 personas.
"El islam no es para matar a la gente, eso no encaja con nuestra religión. Estos extremistas ni siquiera deben haber leído el Corán, pues el libro santo dice que nadie puede matar al prójimo. Y aclara que matar a una persona equivale a matar a toda la humanidad", afirmó, exaltada.
"Quienes cometieron estos ataques quisieron destruir todo lo que representa Francia, con todo lo que implica, como el hecho de que no importe que seas blanco, negro, musulmán, cristiano, hebreo o ateo o lo que quieras", prosiguió.
"El islam es la segunda religión en Francia, pero para muchos franceses, 'árabe' y 'musulmán', son sinónimos. Hay que luchar para que ese desconocimiento no se propague y desaparezca", afirmó.
La asociación Coexister (Coexistir), un colectivo de artistas jóvenes creyentes y agnósticos, publicó una columna de opinión en el diario Libértation bajo el mismo titulo: "El objetivo del terror, mas allá de la macabra cifra de víctimas, es de provocar la división de una nación, de una familia. Es una trampa y debemos negarnos a sucumbir a ella".
"En Saint Denis, París, Beirut y Kobani, ni Estado Islámico ni Estado de Emergencia. No a la política del miedo. El terrorismo no tiene ni color ni religión. No a las amalgamas racistas", pudo leerse en un cartel pegado en las calles del suburbio parisino de Saint Denis, donde dos yihadistas murieron y otros ocho fueron detenidos hoy tras un enfrentamiento con la policía.
El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció el domingo que pretende "disolver" las mezquitas que pregonan un discurso radical, y la mayoría de ellas, explicó, se encuentran en barrios desfavorecidos.
Según el diario Le Figaro, el Ministerio del Interior analizaría cerrar entre 50 y 80 mezquitas y expulsar a más de una treintena de imanes de Francia.
"Esas mezquitas se encuentran en barrios desfavorecidos, donde existen guetos, como Marsella o algunos suburbios parisinos", detalló a la radio RTL el imán de Alfortville, Abdelali Mamoun, quien lidera una campaña contra el islam radical.
"El islam es una religión noble y de paz; quienes propagan ideas oscuras tiene que acatar la ley. Creemos en el principio republicano de igualdad y en la justicia. Una mezquita no se cierra de no mediar causas, es un lugar de oración, aquí se garantiza el culto. No se va a expulsar a un imán así porque si", temporizó el imán Merroum.
Hasta hace cuatro días, Courcouronnes, localidad situada 27 kilómetros al sudeste de París, era desconocida fuera de la periferia de la capital.
Desde el sábado pasado, cuando el fiscal Francois Molins reveló la identidad de Ismael Omar Mostefai, uno de los suicidas autores de la masacre en la sala de conciertos Le Bataclan, medios de comunicación de todo el mundo pasaron por el suburbio ubicado en un departamento que tuvo como alcalde al hoy primer ministro Manuel Valls.
Sin embargo, no fue en esa localidad donde Mostefai adquirió las ideas radicales que lo llevaron a viajar a Siria y ser partícipe del peor ataque en Francia desde la Segunda Guerra Mundial.
"Nunca vino a esta mezquita. Pregunte a los jóvenes. Nació aquí y se educó aquí, pero a los 20 años se fue a otra localidad", remarcó, ofuscado, Merroum.
"La primera vez que puso un pie en una mezquita fue en Chartres (centro de Francia) y de ahí en más comenzó su radicalización. Si hubiese venido a esta mezquita de Courcouronnes, estoy seguro de que no habría terminado así", se jactó el imán de Courcouronnes, oriundo del enclave español en Marruecos, Ceuta.