Cultura
18-11-2015 18:09 - Psicoanálisis
París, 13 de noviembre
El psicoanalista y ensayista argentino Juan Pablo Luchelli, radicado en París desde hace años, habitual interlocutor del pensador galo Jean-Claude Milner, explicita un argumento sobre la clase de sujetos que produjeron la masacre de París el último viernes, y sobre el estatuto que pretende darse el autodenominado Estado Islámico.

El psicoanalista y ensayista argentino Juan Pablo Luchelli, radicado en París desde hace años, habitual interlocutor del pensador galo Jean-Claude Milner, explicita un argumento sobre la clase de sujetos que produjeron la masacre de París el último viernes, y sobre el estatuto que pretende darse el autodenominado Estado Islámico.
Luchelli también es psiquiatra, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : A la infinidad de opiniones y explicaciones sobre el fenómeno de los miembros de Isis (o de Al Qaeda, etcétera), pareciera faltar algún argumento que intente lidiar con la pregunta sobre qué clase de sujetos, tan determinados; qué clase de sujetos está produciendo la mundialización, o la mundialización emparentada a una teología distinta a la cristiana. ¿Puede el psicoanálisis decir algo al respecto?
JPL : Es la mundialización quien produce estos sujetos? El fanatismo pretende afirmar, rescatar, recuperar, a través de una certeza religiosa, lo que la máquina capitalista sustrae a todos aquellos que están bajo su dominio. Pero esa no es la cuestión.
La izquierda de los setenta, en Europa y en América, también produjo este tipo de fenómenos violentos. Lo que es nuevo es la idea que morir es una salvación. Por ejemplo, la revolución cultural china llegó a pensar que sobrevivir era una ideología. Morir puede ser un motor de la revolución, poco importa sobrevivir. Pero mismo en este caso, morir puede ser un motor. En el caso islámico, morir debe ser el fin último del agente que se define como kamikaze, etc. Morir ya no es una contingencia, es una necesidad. Lo que se sabe hasta ahora es que probablemente la mitad de los jóvenes que hicieron los atentados en Paris son franceses. Es decir que nacieron y crecieron en el capitalismo, en ese sentido ellos son su producto. El discurso extremista y necesariamente anticapitalista del Estado Islámico podría ser un producto del capitalismo, es decir el producto de un mundo sin Estados, donde aparece una pluralidad de ovejitas sin corral.
T : Lo pregunto porque al parecer, la generación de líderes árabes previa, quizá, de alguna manera, contenía con mayor eficacia las pulsiones asesinas, suicidas de ésta. Quiero decir, no creo que estas cosas sólo se expliquen por la economía o la religión. ¿Alguna opinión al respecto?
L : Una vez más: no creo que la cuestión sea el terrorismo que viene de afuera, eso no es nuevo. El tema es el adoctrinamiento interno, interno a cada país. Esa sería la única radicalización inédita.
T : ¿Es posible pensar a un miembro del EI en el diván de un analista? ¿Se conoce algún caso de alguien que haya pasado del diván a la milicia? Aclaro que no creo que los árabes, y menos todavía los africanos, la estén pasando peor que los parisinos o eventualmente, los argentinos.
L : El diván es el lugar de aquel que se pregunta ¿qué hacer? Si se es kamikaze islámico, usted no solo ya tiene la respuesta sino que ni siquiera se hace la pregunta. Pero ¿porqué no imaginar que alguien pase de la milicia al diván? - uso las cursivas porque la clientela susceptible de ser reclutada por el islamismo no irá sobre un diván y si es el caso, no lo hará por los mejores motivos. La cuestión es como pasar de la certeza psicótica a tomar la palabra: el camino no es fácil, y necesita de alguien predispuesto a hacerlo, pero ¿porqué no?
T : ¿Es posible pensar este fenómeno del terror por fuera de la burbuja urbana, donde muchos suponen que hasta un ataque de angustia es imposible?
L : Solo conozco burbujas urbanas. La oposición urbano/no urbano no sé si es actual y, si lo fuera, hay que preguntarse cómo definir lo no urbano. Pero estoy de acuerdo, en el mundo urbano, sin Estado, hay que evitar la angustia. Ser reclutado por la radicalización puede ser una manera de controlar esta angustia, de programar el accidente, el ataque inédito.
T : ¿Qué opina sobre la existencia del Estado Islámico?
L : La palabra Estado está reservada a dos lugares: los Estados Unidos y el Estado de Israel. El Estado Islámico se presenta como la alternativa simétrica, como la metáfora del primero -de ahí que Imperio Islámico sea más pertinente que Estado y como la metonimia del segundo. EI pretende ser el Estado palestino, que no existe, pero a escala mundial. El terreno de batalla del EI es Europa, ya que esta es la causa inmediata de la existencia de Israel, luego del genocidio que permitió Europa en el siglo XX. De cualquier manera, EI es la introducción de la religión en la política, ahí donde un Estado moderno, como el Estado de Israel, la había excluido. Si Israel fue un progreso, en el sentido de la exclusión definitiva de la religión del mundo de la política, EI es una regresión, proponiendo pasar de la política a la religión. La pregunta es entonces porqué, si la modernidad había excluido la religión del mundo, que es el proyecto de la Enciclopedia, existe ahora una vuelta de la religión contra la Enciclopedia. Ahí hay que pensar que el capitalismo, como producto de la ciencia moderna (digo cosas que todo el mundo debería saber), produce el engendro de la religión, la misma religión que la ciencia excluyó.Es la razón por la cual morir es una necesidad, ya que ocupa el lugar de una especie de imperativo categórico". (Theodor) Adorno y (Max) Horkheimer anticipan esta transformación desde sus escritos de los años 30, en pleno crecimiento del nazismo. (Télam).-