Sociedad
Casación define mañana si ratifica la condena de 12 años de prisión a un ex sacerdote abusador
La Sala III de la Cámara de Casación Penal se expedirá mañana sobre el fallo de primera instancia que en 2012 condenó a 12 años de prisión por abuso de menores a Fernando Enrique Picciochi, un ex religioso del Colegio Marianista, y una de sus víctimas, Sebastián Cuattromo, sostuvo que “la ratificación de la sentencia sería el corolario de una larga lucha”.
“Cuando miro hacia atrás, me acuerdo de cuando hice la denuncia hace más de diez años, todo lo que pasamos hasta que llegamos a que se haga el juicio oral, y siento que ya hay una pelea que se ganó, pero lógicamente, si Casación ratifica mañana la sentencia será el final feliz de una larga batalla en la justicia”, contó Cuattromo a Télam.
La “pelea ganada” para Sebastián tiene que ver con el proceso: “El haber podido recrear durante aquellos días del juicio oral el ambiente que se vivía en el colegio Marianista durante fines de los 80 y principio de los 90, que se dieran por probado los hechos, el apoyo recibido, la visibilización de la temática a partir de mi caso”, son algunos de los elementos que el joven mencionó.
Cuando cursaba el último año de la escuela primaria en 1989, Cuattromo fue abusado sexualmente por Fernando Enrique Picciochi, quien era entonces religioso y docente del colegio, pero fue recién diez años después que el joven pudo poner en palabras aquel horror y se decidió a hacer la denuncia penal, junto a otro compañero que también había sido abusado por Picciochi.
Durante otros diez años Sebastián dedicó su vida a lograr que su agresor fuera sentado en el banquillo: luego de la denuncia en el año 2000, Picciochi fue procesado pero se fugó a Estados Unidos donde si bien fue detenido al tiempo por la Interpol, la extradición se demoró tres años por “la falta de un formulario que el juzgado no había completado”.
Tras la condena por el delito de “corrupción de menores”, Picciochi se encuentra alojado en el penal de Ezeiza, de donde intentó salir en varias oportunidades a pedido de su defensa, lo que fue denegado por la Justicia.
“Si bien hay un proceso de reparación personal con este juicio, desde el principio intenté que esto tuviera un sentido más colectivo, que sirviera para visibilizar este delito, que es mucho más frecuente de lo que la gente cree y que nos permita plantearnos qué nos pasa como sociedad, como adultos ante esto”, sostuvo.
Al poco tiempo de que se emitió el fallo, en septiembre de 2012, Sebastián se reunió con otros sobrevivientes de abusos y con madres de niñas y niños que habían pasado también por esta situación y conformaron el colectivo "Adultxs por los Derechos de la Infancia".
“Se abrió una etapa colectiva que me permitió encontrarme con compañeros y compañeras con quienes hoy transitamos juntos este camino de lucha, y esto me provocó también una gran reparación desde lo emocional y afectivo porque pude cumplir con el sueño militante de acercar el testimonio a ciento de lugares”, describió.
Aunque los integrantes de “Adultxs por los derechos de la infancia” encuentren en el espacio una reparación personal, el objetivo central está puesto en “la utilidad social de lo que hacemos, es decir, que nuestros testimonios sirvan para una lucha concreta de los derechos de los chicos y chicas aquí y ahora”.
“Desde nuestras experiencias nosotros sabemos de la importancia de crear ámbitos donde los chicos sientan que pueden hablar, que se les va a creer, que su palabra vale. Esto que denominamos 'condiciones de posibilidad' es necesario pero no es suficiente porque son muchas las variables que hacen que los niños no puedan contar lo que están viviendo”, sostuvo Sebastián.
Desde su experiencia, el joven ensayó algunos de los 'causales' que operaron durante la década de silencio entre que sufrió los abusos y los pudo contar: “Creo que influyó mucho mi permanencia en el colegio porque yo terminé la secundaria en el Marianista, con una marca educativa muy fuerte en cuanto a lo autoritario, lo represivo, lo inhibitorio. También tengo una casa donde para este tipo de cuestiones siempre fueron cerrados, no así en otros temas sociales o políticos”.
Y continuó: “Luego había un contexto social particular porque fue la época en la que estalló el escándalo de Héctor Veira y yo era muy futbolero y de San Lorenzo e iba mucho a la cancha. Y recuerdo que estaba en una hinchada donde miles de personas se dedicaban a reivindicar a Veira mientras que los de la hinchada rival se burlaban del asunto, pero todos banalizaban el hecho”.
“Además, yo tenía internalizado estos conceptos machistas asociando mi comportamiento con la debilidad, porque yo no había sido un varón que se comportara de acuerdo con lo que es esperable del modelo en el que había sido formado y educado. Se suponía que yo debía haber respondido a las trompadas, agrediendo al abusador. Y todo eso operaba sobre mi silencio”, detalló.
En este sentido, Sebastián señaló: “Hay que ser muy cuidadoso cuando hablamos de prevención, los chicos no tienen la obligación de cuidarse, de defenderse o de hablar, si hacemos que esto recaiga en el chico puede generarle más culpa, somos los adultos los que debemos estar alertas, cuidar, y escuchar y generar los entornos adecuados de protección de derechos”.
“Si esto le pasara a un sólo chico ya sería una aberración, pero hay que saber que se trata de un delito extraordinariamente masivo. Estadísticas mundiales señalan que 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños a sufrido algún abuso en su vida”, alertó.
Sebastián describió que “son pocos los que se animan a realizar la denuncia penal, es además, un delito con una altísima tasa de impunidad y lo que termina sucediendo es que la persona o la familia que decide encarar esta denuncia se va quedando sola en el proceso porque es una tarea quijotesca”.
“No obstante, a medida que uno empieza a andar va encontrando personas o grupos que trabajan muy bien, que dan una gran pelea y esto es esperanzador. Nosotros creemos que mientras más se multipliquen los espacios como el nuestro, como Salud Activa en Merlo o como En Red en Mar del Plata habrá más probabilidades de cuidar de nuestras niñas, niños y adolescentes y de proteger sus derechos”, concluyó.